Artículo: “SALVACIÓN POR GRACIA”

Aun cuando la iglesia cree que la salvación es por la fe, muchas veces tiende a desprender la gracia de este elemento salvífico. Esto lleva y ha llevado a la iglesia a constituirse en juez y verdugo de los creyentes llevando a muchos a apartarse de la fe y la verdad en vez de ser movidos a tener un encuentro real, constante y salvador con Jesús. 

El apóstol Pablo les refiere a los Efesios el siguiente mensaje: “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe, pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Efesios 2:8-10).  

La palabra “gracia” utilizada en este texto es chariti (χάριτί,) proviene de la raíz griega charis (Χάρις), la cual aparece 156 veces en el Nuevo Testamento. En este texto, la palabra se presenta como un sustantivo, dativo, singular femenino. Su significado principal en estas apariciones gira en torno a utilizarse como una expresión de buena voluntad o buen deseo y otras veces, como en este caso, pareciera hacer referencia a un regalo otorgado. Su equivalente en hebreo es חֵן (hen) que se traduce como favor, en el sentido de que este favor no se basa en méritos (Éxodo 3:21; 33:13). 

Contexto Inmediato

El apóstol Pablo escribe a la iglesia de Éfeso, la cual pareciera que estaba atravesando por problemas de índole de conducta, esto estaba ocasionando divisiones entre los componentes de la iglesia (4:1-16). Pareciera que la mayoría de los que formaban parte de la iglesia de Éfeso habían sido gentiles (2:11).  Pablo comienza la carta recordándoles las bendiciones que han obtenido, recibido y experimentado por el hecho de entregarse a Cristo (1:3-14).

El apóstol prosigue recordándoles lo que eran antes de conocer al Señor y cómo vivían sin Dios y aún así el Señor los rescató y les dio vida (2:1-5). Con este contexto les menciona pues, que su salvación ha sido debido a la gracia de Dios y no a su manera de haber vivido (2:8,9), pero curiosamente les menciona que, aunque no es por obras, Dios espera que realicen buenas obras ya que, al haber experimentado nueva vida en Cristo, ahora nacen con esa capacidad de obedecer (2:10).

Una vez dejado claro que su salvación no ha sido por sus capacidades, estilo de vida, su conducta pasada ni presente, entonces Pablo pasa a dar una serie de recomendaciones a través de la carta con referencia a la conducta que debían experimentar al haber recibido a Cristo. Los efesios ya habían sido salvos en cristo, pero debían demostrar con su vida que esto era una realidad, no podían seguir viviendo igual. No iban a ser distintos para encontrar gracia o ser salvos, sino más bien porque ya lo eran (4:29-32; 5:8).

Pablo y la gracia

Para poder entender la concepción de Pablo con referente a la gracia, es necesario revisar y analizar algunos pasajes con respecto al tema en los escritos paulinos. De esta manera se podrá clarificar lo que Pablo quería decir a los Efesios al mencionarles que somos salvos por gracia. 

En Romanos 1:5, Pablo declara haber recibido gracia y apostolado de parte de Jesús lo cual lo llevaría a la obediencia a la fe. Aquí, el término gracia utilizado proviene de la misma raíz charis. Parece que Pablo da a entender que la gracia le capacita para poder obedecer en la fe y que ésta proviene como un favor inmerecido, debido al amor de Dios manifestado en la persona de Jesús. 

En Romanos 3:23, 24, ahora el apóstol menciona que todos los seres humanos han pecado y por lo tanto han quedado apartados de Dios. Presenta entonces a la gracia como el elemento que permite que el ser humano sea ahora justificado, y añade que es de manera gratuita. Esta gracia entonces es un regalo que le permite al ser humano que sus pecados pasados no sean tomados en cuenta para su condenación (Romanos 3:25), sino ahora en Cristo pueda tener oportunidad de salvación. Para Pablo la gracia está por encima del pecado, es más grande que éste (Romanos 5:20). 

Ahora, en Romanos 6:14-15, Pablo hace un contraste entre la ley y la gracia. Para Pablo, la gracia no invalida la ley, sino que la confirma ya que la gracia está en el acto de Cristo de cubrir los requerimientos de la ley al dar su vida, al pagar el precio del pecado. Para el apóstol, la gracia no se convierte en una razón para pecar o vivir fuera de los requerimientos divinos, al contrario, la gracia capacita al creyente para obedecer lo que Dios espera de él. 

 En 1 Corintios 15:9-10, Pablo menciona que había sido escogido por Dios a pesar de quien había sido y de lo que había hecho. Para el apóstol, esto fue llevado a cabo por gracia, por lo tanto, para Pablo la gracia es un regalo o un favor inmerecido de parte de Dios hacia el pecador (Efesios 3:8). El Señor no llamó al apóstol cuando era distinto, lo llamó a pesar de lo que era y de lo que hacía.  Para Pablo entonces la gracia es entendida también como la manera en que Dios ve al creyente, no en su actual condición, sino en lo que el creyente se puede convertir por el hecho de aceptar a Jesús. 

Es muy interesante notar, cómo la gracia para Pablo tiene que ver con el hecho de que Jesús cambia su condición privilegiada para beneficio de los seres humanos. En 2 Corintios 8:9 menciona que la gracia de Jesús se llega a conocer en la manera de que Jesús “se hizo pobre aun cuando era rico para que el ser humano llegara a ser enriquecido por su pobreza”. Es decir, ese cambio de condición de Jesús al tomar la naturaleza humana, le da la oportunidad al ser humano de volver a participar de la naturaleza divina, cosa que no podría llegar a ser por sí misma, para Pablo esto es gracia. 

En Gálatas 1:15, Pablo menciona que Dios lo apartó desde el vientre de su madre y lo llamó por su gracia. Previamente a estas palabras, el apóstol le menciona a los Gálatas su conducta antes de encontrarse con Jesús (v. 13,14). De esta manera, para Pablo, la oportunidad de servir al evangelio no era por lo que había sido antes, a pesar de sus capacidades, sino por lo que era ahora de manera inmerecida gracias a Cristo. El hecho de que Cristo muriera en la cruz era para Pablo la manifestación más clara de la gracia de Dios que trae justicia y salvación, cosas que la ley por sí mismas no puede realizar (Gálatas 2:21). 

En Efesios 2:5, que es parte del contexto del texto en estudio, Pablo declara que la salvación por gracia es recibir vida en Cristo aun habiendo estado muertos en pecados. Es decir, Pablo menciona que la condición pecaminosa del ser humano le condena a morir, pero por la muerte de Cristo ahora el ser humano puede alcanzar vida, a eso el apóstol le llama salvación por gracia. 

La gracia en el Nuevo Testamento

Aun cuando la mayoría de los versos relacionados con la gracia en el Nuevo Testamento son usados por Pablo, se pueden encontrar otros versos interesantes donde se usa la expresión griega charis, misma que se utiliza en el texto y tema de este estudio. 

En Juan 1:17, Juan el bautista, hablando acerca de Jesús como el cordero de Dios, menciona, haciendo un contraste entre la ley y la gracia, que ésta vino por medio de Jesucristo, mientras la ley por medio de Moisés. En el contexto de los sacrificios del Antiguo Testamento, pareciera que Juan quiere reflexionar en que esos sacrificios no eran la solución plena al problema del ser humano, pero ahora en la persona de Jesús se cumplían las promesas y se proveía la solución para el ser humano. Entonces parece haber una relación de Juan entre el sacrificio y la gracia. 

De una manera muy interesante, el término charis en unos versos de Lucas es traducido como mérito (6:32-34). Esto es significativo ya que para Pablo no existe mérito alguno que le conceda salvación al ser humano, su salvación es por gracia, por méritos ajenos al ser humano, por el sacrificio de Cristo Jesús. 

En Hechos 15:11, en el discurso de Pedro a favor de la obra de Pablo con los gentiles, declara que la salvación les ha sido otorgada a los gentiles por gracia al igual que a los judíos.  Esto es interesante ya que el contexto se desarrolla en que algunos cristianos judíos exigían que los cristianos gentiles se circuncidaran para poder aceptarlos en la fe. Estaban tratando de imponer méritos para la aceptación de los creyentes. En este sentido la gracia implica que no hay nada que se puede hacer para merecer la salvación, es por lo que Jesús ha hecho, no solamente por unos sino por todos (Tito 2:11). 

Pedro, más adelante en su primera carta menciona que las profecías relacionadas con el mesías son consideradas como “profecías acerca de la gracia” (1 Pedro 1: 10). Esto es entonces que, para Pedro, el sacrificio de Cristo, en cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, era una manifestación de la gracia de Dios, gracia que provee salvación al ser humano. 

Conclusión

Sin lugar a duda, el que Pablo aborde el tema de la salvación por la gracia de una manera tan amplia y singular, era debido a su propia experiencia de vida. La gracia para Pablo es una segunda oportunidad, es la oportunidad de enmendar el camino. Este sentido es el que desea expresar a sus oyentes y es respaldado por el concepto de Juan el bautista y del apóstol Pedro.

La salvación por gracia para Pablo no implica que al aceptar a Jesús el ser humano puede vivir como le dé la gana, al contrario, debe vivir de una manera digna. De allí que al escribir a los Efesios hace énfasis y las recomendaciones con respecto a su estilo de vida. El creyente que ha aceptado a Jesús y experimenta su gracia en él, se capacita para vivir dignamente al igual que su Señor vivió.

La salvación por lo tanto es por gracia, pero se revela a través de las obras. Dichas obras no pueden llevarse a cabo en la vida del creyente sin antes haber experimentado la gracia, la segunda oportunidad de parte de Cristo Jesús. Esta oportunidad se lleva a cabo en el momento que el creyente acepta el sacrificio de Cristo en lugar suyo y reclama la sangre preciosa de Jesús para perdón de sus pecados. Al igual que Pablo, entonces el creyente puede declarar: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). La clave en el asunto de la gracia está en su aceptación, esto es lo que la hace efectiva, de allí el clamor del apóstol de no rechazarla y que no sea en vano (2 Corintios 6:1).

La iglesia debe pues, convertirse en un instrumento para la manifestación de la gracia de Dios al creyente y entonces éste procure agradar a Dios con su vida. Debe promover que el creyente procure por sobre todas las cosas encontrarse con Jesús y conocerle mejor (Juan 17:3). Debe manifestar esa gracia con los que le rodean reconociendo que Cristo ya ha hecho todo por el ser humano, este solo debe aceptarle y honrarle con su vivir, no hay nada que pueda hacer o dejar de hacer que haga que la gracia de Dios deje de ser.  De allí que: “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8). 

 

Autor: Martín Enrique Carrillo Valenzuela, DMin   

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