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Artículo: ¿Y LOS DINOSAURIOS?

Roberto es un joven que nació en el seno de una familia adventista, es muy activo en su iglesia ha sido director de jóvenes, ha completado casi todas las especialidades en los diferentes clubes, le gusta predicar y no se ha perdido ningún evento de jóvenes de su asociación.

Hace algunos días se le acercó Rebeca, su compañera de clases de la universidad donde él estudia: –Oye Roberto- le preguntó -¿podrías ayudarme?  -Claro amiga, haber dime…- le contestó –anoche le estaba leyendo una historia de la Biblia a mi hermanito…- Roberto sonrío pensando que éste podría ser un buen momento para testificar de su fe, – esa… que dice que Dios creó la tierra y los animales y todo, y me pregunto que si Dios había creado también a los dinosaurios, pero no supe que decir; tu que eres cristiano ¿podrías ayudarme? 

Roberto permaneció en silencio, realmente no sabía que decir, siempre había estudiado en escuela públicas y lo único que había escuchado al respecto es que se habían originado por causa de la evolución, pero evidentemente eso no lo dice la Biblia; es más ni siquiera estaba seguro si existieron en verdad. 

Aunque esta anécdota realmente no sucedió, es probable que a ti te haya ocurrido algo similar, o quizás también mientras estudias tu año bíblico y lees el relato de la creación viene a tu mente: ¿Y los dinosaurios dónde están?

Aunque este tema no sea motivo de salvación, por lo menos no lo es directamente, te invito para que juntos lo consideremos pues podría servirte en una próxima ocasión.

Algo de historia

Los primeros restos fósiles documentados fueron descubiertos en Estados Unidos alrededor de 1802 por Plinio Moody, un granjero de Massachusetts, en el valle de Connecticut y se trataba de huellas petrificadas, pero su hallazgo pasó inadvertido por mucho tiempo. En 1806 William Clark descubrió huesos de dinosaurios cerca de Billings, Montana; y en marzo de 1822 fueron descubiertos los restos del primer dinosaurio identificados y descritos como tal en Sussex, Inglaterra, por Mary Anne Mantell y su esposo, a estos restos se les atribuyó el nombre de iguanodonte, por su parecido con las iguanas de México y América Central. Pero no fue sino hasta 1842 que Richard Owen propuso a la Asociación Inglesa pro desarrollo de la Ciencia el reconocimiento de “una raza o suborden de reptiles saurios distintos, para los que yo propongo el nombre de Dinosauria”, esta palabra proviene de los términos griegos deinos: terrible, y sauros: saurio o lagarto, aunque como sabemos, no todos los dinosaurios tenían forma de lagartos.

 

¿Realmente existieron?

Es evidente que no podemos negar la existencia de estas criaturas pues se han descubierto muchas evidencias al respecto, y sería insensato hacerlo, cuando existe abundancia de restos fósiles como huellas de patas y manos, huesos y esqueletos completos de estos animales que confirman su existencia, al menos se conocen un total de 285 especímenes.

En ninguna parte de las Escrituras se menciona la palabra dinosaurios o algún término parecido; algunos cristianos pretenden encontrar algunos indicios en los pasajes de Job 40:15 y 41:1, pero esto es algo incierto. Esto se debe a que “la Biblia no puede ni debe ser considerada como un libro de ciencias. Su objetivo es otro. Es de carácter existencial, no fenomenológico, No trata de describirnos el mundo en sí, sino el mundo en sus relaciones con Dios”.

Es decir, el propósito principal de las Escrituras es poner al alcance humano toda aquella información que le permita alcanzar salvación divina y vida eterna. Por lo que muchas veces no tiene todas las respuestas para satisfacer nuestra curiosidad.

Tampoco en los escritos Elena de White dinosaurios es una palabra que ella haya utilizado, aunque algunos han asumido que los menciona al hablar de “una especie muy grande de animales que perecieron en el diluvio” , pero también es posible que se estuviera refiriendo a otras especies como los mamuts o los mastodontes.

 

Origen de los Dinosaurios

Los Adventistas del Séptimo Día creemos, además, que “…Dios es el creador de todas las cosas y reveló en las Escrituras el relato auténtico de su actividad creadora. El Señor hizo en seis días ‘los cielos y la tierra’ y todo ser viviente que la habita…”.

Aceptamos también que en un tiempo existieron especies que hoy no conocemos, incluso dinosaurios. 

Utilizando las Escrituras, los estudios de paleontólogos creacionistas, y los escritos de Elena G. de White se puede hallar respuesta a nuestro problema.

De acuerdo con la Palabra de Dios en el quinto día de la creación el Señor “…creó los grandes animales marinos…y todas las aves, según su especie” (Gn 1:21) y durante el sexto día creó “los animales salvajes, todos los reptiles, según su especie…” (Gn 1:25). 

Ahora bien, esto no indica necesariamente que Dios haya creado a todas las especies de animales que hoy conocemos, las mayorías de los eruditos bíblicos concuerdan en que la palabra hebrea min traducida en este verso como “especie” o “género” podría equivaler a al nivel taxonómico de familia. De acuerdo con esta interpretación Dios debió haber creado arquetipos es decir especímenes originales a partir de los cuales se diversifico la fauna y la flora. Esto indica también que Dios pudo haber creado los arquetipos de los dinosaurios.

Luego que hubo creado al hombre y a la mujer, Dios plantó un jardín y los puso ahí (Gn 2:8) y les dio autoridad sobre todas las especies y sobre la tierra, y también les pidió que no comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal (vers. 15-17), pero se rebelaron contra Dios al obedecer a la invitación de la Serpiente.

Como consecuencia de su pecado la tierra fue afectada por una maldición (Gn. 3:17 y 18). Su rebelión también ocasionó que “las criaturas inferiores se revelaran en contra de su dominio” . Gn. 6:4-6, 11-13 registra además problemas de gigantismo y crueldad incomparables en la creación. Satanás tomó autoridad sobre este mundo y comenzó a degenerar las especies que Dios había creado, tanto en animales, aves, como en las plantas; a través de mutaciones, selección natural y amalgamación  “Satanás es el maestro de estos procesos genéticos. Él obtuvo éxito en poblar al mundo con miríadas de especies confusas, grotescas, feroces, gigantes y estúpidas”.La palabra amalgamación ha sido tema de muchas discusiones, pero se ha demostrado que entendida en su mejor contexto es similar, aunque no sinónimo, a hibridación, o cruzamiento.

Por causa también de la caída, la tierra se vio envuelta en violencia en (Gn 6:11). La investigadora Tika Frymer-Kenskyn ha encontrado que la palabra hebrea hamas traducida como “violencia” implica el derramamiento de sangre. Esto indica que el pecado llegó a afectar tanto a la creación que no solo la deformo físicamente, sino que tanto el hombre como las especies se agredían físicamente incluso hasta la muerte; esta podría ser también otra causa por las que el Señor, después del diluvio, “pone en los animales el temor a los hombres” (Gn 9:2).

Extinción de los dinosaurios

 

La Palabra de Dios nos dice que para poner fin a la maldad el Señor decidió “raer de la tierra…desde el hombre hasta la bestia, el reptil y las aves del cielo” con un gran diluvio universal (Gn 6:7, 17). La mayoría de los paleontólogos creacionistas concuerdan en que fue en ese cataclismo en el que la mayoría de los dinosaurios perecieron. Algunas declaraciones en los escritos de Elena G de White lo confirman:

 “Toda especie de animal que Dios había creado fue preservada en el arca. Las especies confusas que Dios no creó, y que fueron el resultado de amalgamas, fueron destruidas por el diluvio”.

 

“Hubo una clase de animales enormes que pereció en el diluvio. Dios sabía que la fortaleza del hombre decrecería y que esos gigantescos animales no podrían ser controlados más por el débil hombre”.

 

Es probable también que los cambios y condiciones al planeta postdiluviano hayan hecho también que otras especies creadas por Dios hayan perecido.

Algunas evidencias paleontológicas que permiten aseverar que la mayoría de los dinosaurios pudo haber muerto con el diluvio son:

  • Centenas de huellas descubiertas generalmente señalan que los animales estaban subiendo las montañas. Probablemente huían de un cataclismo pluvial.
  • Esas mismas huellas cercanas a las montañas se pusieron amarillas, lo que para los científicos indica que estuvieron sumergidas. Entonces, de alguna forma el agua estaría llegando a la cumbre de las montañas. 
  • Los fósiles no son encontrados al lado de las pisadas. Como si una gran fuerza los hubiese arrastrado a grandes distancias.
  • Varios fósiles tuvieron sus huesos mezclados, ¡como sacudidos por un gran remolino!

En resumen, podemos decir que efectivamente los dinosaurios existieron, y que muchos de ellos no fueron creados directamente por Dios, sino más bien consecuencias posteriores de las deformaciones causadas por el pecado. Debido al aumento de la maldad y la violencia sobre la tierra el Señor decidió exterminar a todas las especies decidiendo salvar solo a unos cuantos representantes de los arquetipos que él había creado, extinguiéndose así muchas de las especies de dinosaurios que hoy conocemos sólo a través de los fósiles. Existen muchas cosas aún por resolver tanto en el caso de los dinosaurios como en otros temas de creacionismo, por lo que sería bueno que siguiéramos investigando. La próxima vez que una “Rebeca” te pregunte sobre este tema no tendrás que quedarte callado.

 

Autor: Daniel Hernández Vanegas, MAEBT     

 

Ver artículo y referencias: ¿Y los dinosaurios?

Artículo: “EL HOGAR COMO BASE PARA LA FORMACIÓN DE DISCÍPULOS”

El hacer discípulos es el imperativo registrado en la misión que Jesús le encomendó a sus seguidores antes de partir a los cielos (Mateo 28:18-20). La realidad es que, en gran manera, la labor del discipulado en el hogar es primordial para el éxito en el discipulado de la iglesia. Puesto que la iglesia está conformada por familias, el éxito o fracaso de ésta radica en el éxito o fracaso de las familias y sus hogares.   

El discipulado

Puesto que la idea del discipulado cristiano es de origen divino, es importante poder analizar el concepto del discípulo desde la perspectiva bíblica y poder entender la importancia del proceso de hacer discípulos al cual se le ha denominado discipular. 

¿Quién es un discípulo?

Esta palabra se encuentra en el Antiguo Testamento reflejada a través del término talmîd y su equivalente en el griego es mathētḗs y ambas parecen indicar a una persona que, como alumno o adherente, sigue las enseñanzas de otra, especialmente las de un maestro público. 

Particularmente en el Nuevo Testamento donde es más utilizado el término (más de 250 veces), mathētēs puede significar, alumno, aprendiz o seguidor, con frecuencia un discípulo que cree en las enseñanzas de su maestro y lo sigue de cerca. En la literatura griega la palabra es común como una designación para uno que estudia bajo la guía de un filósofo. Ocasionalmente se encuentra en el sentido de aprendiz.

Schulz comenta que un discípulo en el contexto judío cumplía la función de un sirviente y realizaba casi todas las tareas de la casa del rabino. En el contexto del cristianismo un discípulo era un creyente, un salvado que sigue a Cristo, que no solo cree y confiesa, sino que sigue y obedece. 

En Lucas 14:25-26, un discípulo para Jesús es alguien que tiene que estar dispuesto a dejarlo todo para seguirlo, uno que, incluso debiera dar la vida si fuera necesario. Esta idea parece ser reforzada en el llamado a los primeros discípulos tal cual lo presenta Marcos, éste menciona que cuando Jesús llamó a Pedro, Andrés, Jacobo y Juan, estos respondieron al llamado dejando sus trabajos y sus familias por seguir a Jesús (Marcos 1:16-20). 

La importancia del discipulado

En el mandato de la gran comisión de Mateo 28:18-20, el énfasis está en hacer discípulos. Hablando del discipulado Julio Juárez menciona que, en la enseñanza de Jesús, el discipulado es un proceso más que un evento.

El discipulado se puede entender como un proceso de ayudar a alguien a encontrar y seguir a Jesús. El discipulado significa crecer como seguidores de Jesús y ayudar a otros a hacer lo mismo.

En Juan 11:35 Jesús mencionó que un discípulo llega a ser conocido porque éste manifiesta amor por sus semejantes. Gregory Ogden menciona que el discipulado es: “una relación donde de forma intencional caminamos junto a otros discípulos y nos animamos, corregimos y retamos mutuamente en amor para crecer hacia la madurez en Cristo. Esto incluye preparar al discípulo a enseñar a otros”. 

El discipulado en el hogar

Si el discipulado, como proceso de hacer discípulos creyentes comprometidos con el maestro es muy importante, es importante también el lugar donde se sientan o debieran sentar las bases para el éxito en el discipulado cristiano, a saber, en el hogar. 

Fundamentos bíblicos

En Deuteronomio 6:4-9 se puede encontrar un texto muy interesante que hace referencia a la formación del discípulo a través del núcleo del hogar. En este texto, Moisés indica al pueblo que la formación religiosa de éste comienza desde la niñez y en el hogar. 

Proverbios 22:6 provee otra base importante para el discipulado en el hogar. A través de este texto, el sabio Salomón ánima a la formación de los principios bíblicos desde la niñez. Para Salomón, esto se constituirá en una garantía de protección y de permanencia para el creyente que es discipulado de esta manera.

En Isaías 54:13, la recomendación del profeta gira en torno a la educación o instrucción de los hijos por el Señor mismo. Esto solo puede llegar a ser posible por medio de los padres, ya que estos llegan a ocupar el lugar de Dios en la mente de los niños en sus momentos de formación y de vinculación con Dios. 

En 2 Timoteo 3:15, Pablo le recuerda a Timoteo: “desde tu niñez conoces las sagradas escrituras”. Este conocimiento había llegado por medio de su núcleo familiar como menciona Pablo en 2 Timoteo 1:5, donde el apóstol recuerda la fe de la abuela y la madre de Timoteo. Sin lugar a duda, ellas influyeron en la formación de Timoteo como discípulo en gran manera. 

Influencia de los padres

La primera tarea de los padres consiste en despertar en los niños el amor a Cristo. Un gran desafío que poseen los padres quienes quieren honrar a Dios con sus vidas y sus hogares es el formar discípulos desde el núcleo familiar. Con todo esto, el objetivo supremo debe ser el de hacer de los niños discípulos de Cristo, capaces de entender y conocer a Dios. 

Elena G. de White, hablando de la responsabilidad y el cuidado que los padres deben prestar en la formación discipular de sus hijos, particularmente las madres, declara que los hábitos y comportamientos de los hijos son el reflejo de los padres, por lo tanto, se debe ejercer un sumo cuidado en el lenguaje y conducta que manifiestan en presencia de los pequeños discípulos. Cualquier rasgo de carácter que se quiera transmitir a los hijos se debe cultivar primero en el padre mismo.

Problemas y desafíos comunes

Todos los niños que vienen al mundo son propiedad de Jesucristo, por lo tanto, se les debe enseñar a amar y a obedecer a Dios. Tristemente, muchos padres han descuidado esta obra valiosa que Dios le ha dado y se dedican a otros aspectos menos importantes de la vida del hogar.

Muchos padres no apartan tiempo para la formación espiritual de sus hijos. No son conscientes de que la infancia pasa muy rápido y por eso es indispensable aprovechar el tiempo y la capacidad del niño para ayudar a moldear su carácter.

En la actualidad, las crisis financieras por las que atraviesan las familias los ha llevado a dejar de lado los asuntos espirituales para concentrarse en negocios o asuntos laborales. Concentran sus esfuerzos en sí mismos y no experimentan la dependencia divina como verdaderos discípulos de Jesús, transmitiendo así, un falso concepto de discípulo a sus hijos.

Tal vez otro desafío importante para el desarrollo exitoso del discipulado en el hogar tiene que ver con el ambiente secular cada vez más imperante en la sociedad e incluso en la iglesia. David Paternostro reflexiona sobre esto al darse cuenta de que, al vivir en esta era secular, la afiliación religiosa disminuye, pero aún el cristianismo sigue teniendo el desafío de hacer discípulos. 

De alguna forma, el hecho de que, en muchos hogares de los miembros de iglesia solo uno de los padres es creyente, y regularmente es la madre, pudiera ocasionar un desafío o problema al momento de discipular. Entendiendo que el sacerdocio en el hogar recae sobre el padre, esto pudiese presentar algún tipo de excusa o desafío para muchas madres, pero aún con ello no se debe descuidar la importante obra de llevar a los niños a convertirse en genuinos discípulos de Jesús. Estas madres deben recordar el ejemplo de Loida y Eunice (2 Timoteo 1:5).

Estrategias para discipular en el hogar

A continuación, se presentan algunas de ellas: 

  1. Reflexionar y llevar a la reflexión familiar en cuanto a que el ser y hacer discípulos es un asunto importante y relevante para todos aquellos que han aceptado a Jesús. Todo creyente debe llegar a convertirse en un discípulo de Jesús.
  2. Proveer un ambiente espiritual constante dentro del hogar. Facilite para todos los miembros de la familia las herramientas que los impulsen y ayuden a ser espirituales, como que todos tengan una biblia propia. 
  3. Poner en claro las prioridades en el hogar. Lo espiritual debe estar por encima de todo lo demás. El tiempo dedicado a este aspecto no debe ser negociable. 
  4. Poner en práctica el culto familiar. Para esto, procurar que sea atractivo para todos los participantes tomando en cuenta las necesidades de cada uno. Usar un tiempo de entre 5 y 15 minutos y entonar cantos y meditar en un versículo de la biblia. Se debe procurar ser constante en este asunto.
  5. Los niños pueden aprender a amar a Dios a través de canciones e historias de la Biblia y de escuchar acerca de la vida de Jesús.
  6. Sea un cristiano no solo en la iglesia, sino también fuera de ella, particularmente en el hogar. 
  7. Los padres deben procurar alimentarse primero espiritualmente y aprender como verdaderos discípulos a los pies de Jesús par entonces estar en capacidad de discipular a los suyos en el hogar. No se puede enseñar nada que no se haya experimentado previamente.
  8. Enseñar y fomentar la mayordomía cristiana en todas sus áreas.

Conclusiones

El ser discípulo y el discipular son parte inherente del creyente, no se puede separarlos de su esencia como tal. Por lo tanto, en todos los aspectos, el creyente procura cumplir la labor encomendada por el maestro, incluso en el hogar. 

A pesar de los desafíos imperantes para lograr el objetivo de discipular en el hogar, se debe generar estrategias e implementarlas para el logro efectivo de este asunto. Dichas estrategias contribuirán a poder desarrollar una vida cristiana victoriosa e integral. Se podrá pasar de ser solamente un creyente y llegar a convertirse, como es el ideal de Dios, en verdaderos y fieles discípulos hacedores de discípulos. 

 

Autor: Martín Enrique Carrillo Valenzuela, DMin. 

 

Ver artículo y referencias: -El hogar como base para la formación de discípulos

Artículo: “SALVACIÓN POR GRACIA”

Aun cuando la iglesia cree que la salvación es por la fe, muchas veces tiende a desprender la gracia de este elemento salvífico. Esto lleva y ha llevado a la iglesia a constituirse en juez y verdugo de los creyentes llevando a muchos a apartarse de la fe y la verdad en vez de ser movidos a tener un encuentro real, constante y salvador con Jesús. 

El apóstol Pablo les refiere a los Efesios el siguiente mensaje: “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe, pues somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas” (Efesios 2:8-10).  

La palabra “gracia” utilizada en este texto es chariti (χάριτί,) proviene de la raíz griega charis (Χάρις), la cual aparece 156 veces en el Nuevo Testamento. En este texto, la palabra se presenta como un sustantivo, dativo, singular femenino. Su significado principal en estas apariciones gira en torno a utilizarse como una expresión de buena voluntad o buen deseo y otras veces, como en este caso, pareciera hacer referencia a un regalo otorgado. Su equivalente en hebreo es חֵן (hen) que se traduce como favor, en el sentido de que este favor no se basa en méritos (Éxodo 3:21; 33:13). 

Contexto Inmediato

El apóstol Pablo escribe a la iglesia de Éfeso, la cual pareciera que estaba atravesando por problemas de índole de conducta, esto estaba ocasionando divisiones entre los componentes de la iglesia (4:1-16). Pareciera que la mayoría de los que formaban parte de la iglesia de Éfeso habían sido gentiles (2:11).  Pablo comienza la carta recordándoles las bendiciones que han obtenido, recibido y experimentado por el hecho de entregarse a Cristo (1:3-14).

El apóstol prosigue recordándoles lo que eran antes de conocer al Señor y cómo vivían sin Dios y aún así el Señor los rescató y les dio vida (2:1-5). Con este contexto les menciona pues, que su salvación ha sido debido a la gracia de Dios y no a su manera de haber vivido (2:8,9), pero curiosamente les menciona que, aunque no es por obras, Dios espera que realicen buenas obras ya que, al haber experimentado nueva vida en Cristo, ahora nacen con esa capacidad de obedecer (2:10).

Una vez dejado claro que su salvación no ha sido por sus capacidades, estilo de vida, su conducta pasada ni presente, entonces Pablo pasa a dar una serie de recomendaciones a través de la carta con referencia a la conducta que debían experimentar al haber recibido a Cristo. Los efesios ya habían sido salvos en cristo, pero debían demostrar con su vida que esto era una realidad, no podían seguir viviendo igual. No iban a ser distintos para encontrar gracia o ser salvos, sino más bien porque ya lo eran (4:29-32; 5:8).

Pablo y la gracia

Para poder entender la concepción de Pablo con referente a la gracia, es necesario revisar y analizar algunos pasajes con respecto al tema en los escritos paulinos. De esta manera se podrá clarificar lo que Pablo quería decir a los Efesios al mencionarles que somos salvos por gracia. 

En Romanos 1:5, Pablo declara haber recibido gracia y apostolado de parte de Jesús lo cual lo llevaría a la obediencia a la fe. Aquí, el término gracia utilizado proviene de la misma raíz charis. Parece que Pablo da a entender que la gracia le capacita para poder obedecer en la fe y que ésta proviene como un favor inmerecido, debido al amor de Dios manifestado en la persona de Jesús. 

En Romanos 3:23, 24, ahora el apóstol menciona que todos los seres humanos han pecado y por lo tanto han quedado apartados de Dios. Presenta entonces a la gracia como el elemento que permite que el ser humano sea ahora justificado, y añade que es de manera gratuita. Esta gracia entonces es un regalo que le permite al ser humano que sus pecados pasados no sean tomados en cuenta para su condenación (Romanos 3:25), sino ahora en Cristo pueda tener oportunidad de salvación. Para Pablo la gracia está por encima del pecado, es más grande que éste (Romanos 5:20). 

Ahora, en Romanos 6:14-15, Pablo hace un contraste entre la ley y la gracia. Para Pablo, la gracia no invalida la ley, sino que la confirma ya que la gracia está en el acto de Cristo de cubrir los requerimientos de la ley al dar su vida, al pagar el precio del pecado. Para el apóstol, la gracia no se convierte en una razón para pecar o vivir fuera de los requerimientos divinos, al contrario, la gracia capacita al creyente para obedecer lo que Dios espera de él. 

 En 1 Corintios 15:9-10, Pablo menciona que había sido escogido por Dios a pesar de quien había sido y de lo que había hecho. Para el apóstol, esto fue llevado a cabo por gracia, por lo tanto, para Pablo la gracia es un regalo o un favor inmerecido de parte de Dios hacia el pecador (Efesios 3:8). El Señor no llamó al apóstol cuando era distinto, lo llamó a pesar de lo que era y de lo que hacía.  Para Pablo entonces la gracia es entendida también como la manera en que Dios ve al creyente, no en su actual condición, sino en lo que el creyente se puede convertir por el hecho de aceptar a Jesús. 

Es muy interesante notar, cómo la gracia para Pablo tiene que ver con el hecho de que Jesús cambia su condición privilegiada para beneficio de los seres humanos. En 2 Corintios 8:9 menciona que la gracia de Jesús se llega a conocer en la manera de que Jesús “se hizo pobre aun cuando era rico para que el ser humano llegara a ser enriquecido por su pobreza”. Es decir, ese cambio de condición de Jesús al tomar la naturaleza humana, le da la oportunidad al ser humano de volver a participar de la naturaleza divina, cosa que no podría llegar a ser por sí misma, para Pablo esto es gracia. 

En Gálatas 1:15, Pablo menciona que Dios lo apartó desde el vientre de su madre y lo llamó por su gracia. Previamente a estas palabras, el apóstol le menciona a los Gálatas su conducta antes de encontrarse con Jesús (v. 13,14). De esta manera, para Pablo, la oportunidad de servir al evangelio no era por lo que había sido antes, a pesar de sus capacidades, sino por lo que era ahora de manera inmerecida gracias a Cristo. El hecho de que Cristo muriera en la cruz era para Pablo la manifestación más clara de la gracia de Dios que trae justicia y salvación, cosas que la ley por sí mismas no puede realizar (Gálatas 2:21). 

En Efesios 2:5, que es parte del contexto del texto en estudio, Pablo declara que la salvación por gracia es recibir vida en Cristo aun habiendo estado muertos en pecados. Es decir, Pablo menciona que la condición pecaminosa del ser humano le condena a morir, pero por la muerte de Cristo ahora el ser humano puede alcanzar vida, a eso el apóstol le llama salvación por gracia. 

La gracia en el Nuevo Testamento

Aun cuando la mayoría de los versos relacionados con la gracia en el Nuevo Testamento son usados por Pablo, se pueden encontrar otros versos interesantes donde se usa la expresión griega charis, misma que se utiliza en el texto y tema de este estudio. 

En Juan 1:17, Juan el bautista, hablando acerca de Jesús como el cordero de Dios, menciona, haciendo un contraste entre la ley y la gracia, que ésta vino por medio de Jesucristo, mientras la ley por medio de Moisés. En el contexto de los sacrificios del Antiguo Testamento, pareciera que Juan quiere reflexionar en que esos sacrificios no eran la solución plena al problema del ser humano, pero ahora en la persona de Jesús se cumplían las promesas y se proveía la solución para el ser humano. Entonces parece haber una relación de Juan entre el sacrificio y la gracia. 

De una manera muy interesante, el término charis en unos versos de Lucas es traducido como mérito (6:32-34). Esto es significativo ya que para Pablo no existe mérito alguno que le conceda salvación al ser humano, su salvación es por gracia, por méritos ajenos al ser humano, por el sacrificio de Cristo Jesús. 

En Hechos 15:11, en el discurso de Pedro a favor de la obra de Pablo con los gentiles, declara que la salvación les ha sido otorgada a los gentiles por gracia al igual que a los judíos.  Esto es interesante ya que el contexto se desarrolla en que algunos cristianos judíos exigían que los cristianos gentiles se circuncidaran para poder aceptarlos en la fe. Estaban tratando de imponer méritos para la aceptación de los creyentes. En este sentido la gracia implica que no hay nada que se puede hacer para merecer la salvación, es por lo que Jesús ha hecho, no solamente por unos sino por todos (Tito 2:11). 

Pedro, más adelante en su primera carta menciona que las profecías relacionadas con el mesías son consideradas como “profecías acerca de la gracia” (1 Pedro 1: 10). Esto es entonces que, para Pedro, el sacrificio de Cristo, en cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento, era una manifestación de la gracia de Dios, gracia que provee salvación al ser humano. 

Conclusión

Sin lugar a duda, el que Pablo aborde el tema de la salvación por la gracia de una manera tan amplia y singular, era debido a su propia experiencia de vida. La gracia para Pablo es una segunda oportunidad, es la oportunidad de enmendar el camino. Este sentido es el que desea expresar a sus oyentes y es respaldado por el concepto de Juan el bautista y del apóstol Pedro.

La salvación por gracia para Pablo no implica que al aceptar a Jesús el ser humano puede vivir como le dé la gana, al contrario, debe vivir de una manera digna. De allí que al escribir a los Efesios hace énfasis y las recomendaciones con respecto a su estilo de vida. El creyente que ha aceptado a Jesús y experimenta su gracia en él, se capacita para vivir dignamente al igual que su Señor vivió.

La salvación por lo tanto es por gracia, pero se revela a través de las obras. Dichas obras no pueden llevarse a cabo en la vida del creyente sin antes haber experimentado la gracia, la segunda oportunidad de parte de Cristo Jesús. Esta oportunidad se lleva a cabo en el momento que el creyente acepta el sacrificio de Cristo en lugar suyo y reclama la sangre preciosa de Jesús para perdón de sus pecados. Al igual que Pablo, entonces el creyente puede declarar: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí” (Gálatas 2:20). La clave en el asunto de la gracia está en su aceptación, esto es lo que la hace efectiva, de allí el clamor del apóstol de no rechazarla y que no sea en vano (2 Corintios 6:1).

La iglesia debe pues, convertirse en un instrumento para la manifestación de la gracia de Dios al creyente y entonces éste procure agradar a Dios con su vida. Debe promover que el creyente procure por sobre todas las cosas encontrarse con Jesús y conocerle mejor (Juan 17:3). Debe manifestar esa gracia con los que le rodean reconociendo que Cristo ya ha hecho todo por el ser humano, este solo debe aceptarle y honrarle con su vivir, no hay nada que pueda hacer o dejar de hacer que haga que la gracia de Dios deje de ser.  De allí que: “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8). 

 

Autor: Martín Enrique Carrillo Valenzuela, DMin